Creciendo como inmigrante, tengo experiencia de primera mano con los desafíos que enfrentan las personas al intentar adaptarse a sus nuevas vidas en un país desconocido. Tareas cotidianas que los estadounidenses nacidos en el país realizan sin pensarlo dos veces, como abrir una cuenta bancaria o ir al consultorio médico, se convierten en procesos complicados para quienes carecen del idioma y del conocimiento necesario para defender sus derechos. Por eso, desde pequeña, ayudé a mis padres y familiares, que solo hablaban polaco, a interpretar, traducir y llenar documentos.
Mis experiencias personales hicieron que siempre me mantuviera al día con los cambios en las leyes de inmigración. Durante mis años de licenciatura, investigué sobre DACA y el DREAM Act, enfocándome en desmentir mitos sobre estas legislaciones y en resaltar su importancia para brindar a los jóvenes inmigrantes la oportunidad de contribuir a la sociedad. Esta experiencia me dio un profundo entendimiento de las necesidades y desafíos que enfrenta la comunidad inmigrante. Continué con este interés al ofrecer mi tiempo como voluntaria para desarrollar un marco de trabajo que sería utilizado por un bufete de inmigración en Chicago, ayudando a clientes a obtener el Estatus de Protección Temporal tras la invasión rusa de Ucrania.
Cuando decidí seguir una carrera en derecho, sabía que quería dedicarme al derecho de inmigración para ayudar a personas como yo y mi familia. Cada historia de inmigración es única. Por ello, creo firmemente que las personas merecen un abogado que haya estado en su lugar, que explique a fondo el proceso y que los mantenga informados. Este es el enfoque que siempre llevo conmigo.